martes, 13 de octubre de 2009

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS El EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS fue redactado por este compañero de viaje del Apóstol san Pablo, unos cincuenta años después de la muerte de Jesús, y originariamente formaba un todo con el libro de los Hechos de los Apóstoles. Lucas no era de origen judío, y su obra está dirigida ante todo a los cristianos que, como él, provenían del mundo pagano. En el Prólogo de su Evangelio hace referencia al proceso de predicación, de transmisión oral y de redacción que precedió a la composición definitiva de los Evangelios.
Uno de los aspectos de la Buena Noticia que más quiso destacar san Lucas es el carácter universal de la Salvación. Jesucristo, en efecto, es el Salvador del mundo entero, y Dios quiere que todos los hombres se salven por medio de él. Para él no hay privilegios de raza, de nacionalidad, de cultura o de clase social. Mejor dicho, hay privilegios. Pero Dios los reserva para los pobres, para los que aparentemente no valen nada. Ellos son los destinatarios predilectos de la Buena Noticia, los herederos por excelencia del Reino de Dios.
Asimismo, este Evangelio se llama con razón el "Evangelio de la misericordia". Lucas nos presenta constantemente a Jesús como aquel que "vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido" (19. 10). Dios es para él, sobre todo, el Padre misericordioso que sale al encuentro de sus hijos extraviados y se llena de alegría al volver a encontrarlos.
Pero el "Evangelio de la misericordia" es también un Evangelio exigente. Su autor insiste en el llamado a la conversión, es decir, al cambio de vida, como condición indispensable para alcanzar la Salvación. El fruto de esa conversión es el gozo que experimentan los que creen en la Buena Noticia y se dejan salvar por ella. Por eso, san Lucas pone tan de relieve la acción del Espíritu Santo, que es la fuente de la verdadera alegría.
Prólogo
1 1 Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, 2 tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. 3 Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, 4 a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.
EL EVANGELIO DE LA INFANCIA DE JESÚS
El núcleo central de los Evangelios es el anuncio de la Muerte y la Resurrección de Jesús, lo que llamamos el "Misterio pascual". Pero Lucas quiere presentar el misterio de Cristo en su plenitud, y por eso –lo mismo que Mateo– se remonta hasta el nacimiento y la infancia del Señor, que también son "Evangelio", o sea, Buena Noticia.
Este relato está lleno de expresiones e imágenes tomadas del Antiguo Testamento, y contiene numerosas alusiones a las profecías mesiánicas, que se cumplen en la persona del Señor. Así este evangelista nos enseña que, si bien Jesús nace de María, su origen no es meramente humano. Él viene del Espíritu Santo para darnos la Salvación. Y el gozo de esa Salvación se proclama en los himnos de alabanza de la Virgen María, de Zacarías y del anciano Simeón.
Por otra parte, san Lucas establece un paralelismo entre la infancia de Jesús y la de Juan, llamado el Bautista. Esto no significa que los dos se puedan igualar. Juan es solamente el "precursor" que va "delante del Señor preparando sus caminos". Jesús, en cambio, es el "Sol naciente", que viene "para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz" (1. 76, 78-79).
El anuncio del nacimiento de Juan el Bautista
5 En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. 6 Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. 7 Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
8 Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, 9 le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. 10 Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.
11 Entonces se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. 12 Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. 13 Pero el Ángel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. 14 Él será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, 15 porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, 16 y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. 17 Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto". 18 Pero Zacarías dijo al Ángel: "¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada". 19 El Ángel le respondió: "Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. 20 Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo". 21 Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario. 22 Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. Él se expresaba por señas, porque se había quedado mudo.
23 Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa. 24 Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses. 25 Ella pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres".
El anuncio del nacimiento de Jesús
26 En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. 28 El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". 29 Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. 30 Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. 31 Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; 32 él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, 33 reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". 34 María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". 35 El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. 36 También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, 37 porque no hay nada imposible para Dios". 38 María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.
La visita de María a Isabel
39 En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. 40 Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, 42 exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! 43 ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? 44 Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. 45 Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".
El canto de la Virgen María
46 María dijo entonces:
"Mi alma canta la grandeza del Señor,47 y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,48 porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,49 porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:¡su Nombre es santo!
50 Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
51 Desplegó la fuerza de su brazo,dispersó a los soberbios de corazón.
52 Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
53 Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
54 Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,
55 como lo había prometido a nuestros padres,en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".
56 María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
El nacimiento de Juan el Bautista
57 Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. 58 Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
La circuncisión de Juan el Bautista
59 A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; 60 pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan". 61 Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre". 62 Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. 63 Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados. 64 Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. 65 Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. 66 Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él.
El canto de Zacarías
67 Entonces Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente:
68 "Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo,
69 y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor,
70 como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas,
71 para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian.
72 Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza,
73 del juramento que hizo a nuestro padre Abraham
74 de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos,
75 lo sirvamos en santidad y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida.
76 Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos,
77 para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados;
78 gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente,
79 para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte,
y guiar nuestros pasos por el camino de la paz".
80 El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel
El nacimiento de Jesús
Mt. 1. 18-25
2 1 En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. 2 Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. 3 Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. 4 José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, 5 para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. 6 Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; 7 y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
La visita de los pastores
8 En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. 9 De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, 10 pero el Ángel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: 11 Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. 12 Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre". 13 Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
14 "¡Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra, paz a los hombres amados por él!".
15 Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: "Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado". 16 Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. 17 Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, 18 y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
19 Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. 20 Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
La circuncisión de Jesús
21 Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.
La presentación de Jesús en el Templo
22 Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, 23 como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. 24 También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
El canto de Simeón
25 Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él 26 y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. 27 Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, 28 Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
29 "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz,como lo has prometido,
30 porque mis ojos han visto la salvación
31 que preparaste delante de todos los pueblos:
32 luz para iluminar a las naciones paganasy gloria de tu pueblo Israel".
La profecía de Simeón
33 Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. 34 Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, 35 y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".
La profecía de Ana
36 Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. 37 Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. 38 Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
La infancia de Jesús en Nazaret
39 Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. 40 El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.
Jesús entre los doctores de la Ley
41 Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. 42 Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, 43 y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. 44 Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. 45 Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.
46 Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47 Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. 48 Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados". 49 Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". 50 Ellos no entendieron lo que les decía.
51 Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. 52 Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.
PREPARACIÓN DEL MINISTERIO DE JESÚS
Jesús no es un personaje legendario que se pierde en "la noche de los tiempos". Está bien encarnado en una época y en un país. Lucas precisa detalladamente la fecha de su aparición y el nombre de las autoridades civiles y religiosas que gobernaban en esa época y en ese país.
Juan el Bautista prepara su Venida, bautizando a la gente e invitándola al arrepentimiento. Jesús también se hace bautizar, solidarizándose así con la humanidad pecadora, que él viene a salvar. Pero en ese mismo momento, Dios lo declara su "Hijo" en un sentido que no puede aplicarse a ningún otro hombre.
Antes de iniciar su misión, Cristo se enfrenta con el espíritu del mal y vence la tentación de salvar al mundo por medio de la riqueza y el poder. Su camino será el de la humillación y la pobreza. Y su gran triunfo, el de la cruz.
La predicación de Juan el Bautista
Mt. 3. 1-12 Mc. 1. 2-8 Jn. 1. 23, 26-27
3 1 El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, 2 bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. 3 Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, 4 como está escrito en el libro del profeta Isaías:
Una voz grita en el desierto:
Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos.
5 Los valles serán rellenados,
las montañas y las colinasserán aplanadas.
Serán enderezados los senderos sinuosos
y nivelados los caminos desparejos.
6 Entonces, todos los hombres
verán la Salvación de Dios.
7 Juan decía a la multitud que venía a hacerse bautizar por él: "Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? 8 Produzcan los frutos de una sincera conversión, y no piensen: "Tenemos por padre a Abraham". Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. 9 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego".
10 La gente le preguntaba: "¿Qué debemos hacer entonces?". 11 Él les respondía: "El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto". 12 Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?". 13 Él les respondió: "No exijan más de lo estipulado". 14 A su vez, unos soldados le preguntaron: "Y nosotros, ¿qué debemos hacer?". Juan les respondió: "No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo".
15 Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, 16 él tomó la palabra y les dijo a todos: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. 17 Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible". 18 Y por medio de muchas otras exhortaciones anunciaba al pueblo la Buena Noticia.
El encarcelamiento de Juan el Bautista
Mt. 14. 3-4 Mc. 6. 17-18
19 Mientras tanto el tetrarca Herodes, a quien Juan censuraba a causa de Herodías –la mujer de su hermano– y por todos los delitos que había cometido, 20 cometió uno más haciendo encarcelar a Juan.
El bautismo de Jesús
Mt. 3. 13-17 Mc. 1. 9-11
21 Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo 22 y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección".
Genealogía de Jesús
Mt. 1. 1-17
23 Cuando comenzó su ministerio, Jesús tenía unos treinta años y se lo consideraba hijo de José.
José era hijo de Elí; 24 Elí, hijo de Matat; Matat, hijo de Leví; Leví, hijo de Melquí; Melquí, hijo de Janai; Janai, hijo de José; 25 José, hijo de Matatías; Matatías, hijo de Amós; Amós, hijo de Naúm; Naúm, hijo de Eslí; Eslí, hijo de Nagai; 26 Nagai, hijo de Maat; Maat, hijo de Matatías; Matatías, hijo de Semein; Semein, hijo de Iosec; Iosec, hijo de Iodá; 27 Iodá, hijo de Joanán; Joanán, hijo de Resá; Resá, hijo de Zorobabel.
Zorobabel era hijo de Salatiel; Salatiel, hijo de Nerí; 28 Nerí, hijo de Melquí; Melquí, hijo de Adí; Adí, hijo de Cosám; Cosám, hijo de Elmadám; Elmadám, hijo de Er; 29 Er, hijo de Jesús; Jesús, hijo de Eliezer; Eliezer, hijo de Jorím; Jorím, hijo de Matat; Matat, hijo de Leví; 30 Leví, hijo de Simeón; Simeón, hijo de Judá; Judá, hijo de José; José, hijo de Jonám; Jonám, hijo de Eliaquím; 31 Eliaquím, hijo de Meleá; Meleá, hijo de Mená; Mená, hijo de Matatá; Matatá, hijo de Natán; Natán, hijo de David.
32 David era hijo de Jesé; Jesé, hijo de Jobed; Jobed, hijo de Booz; Booz, hijo de Sela; Sela, hijo de Naasón; 33 Naasón, hijo de Aminadab; Aminadab, hijo de Admín; Admín, hijo de Arní; Arní, hijo de Esróm; Esróm, hijo de Fares; Fares, hijo de Judá; 34 Judá, hijo de Jacob; Jacob, hijo de Isaac; Isaac, hijo de Abraham.
Abraham era hijo de Tera; Tera, hijo de Najor; 35 Najor, hijo de Serúj; Serúj, hijo de Ragau; Ragau, hijo de Péleg; Péleg, hijo de Eber; Eber, hijo de Sela; 36 Sela, hijo de Cainán; Cainán, hijo de Arfaxad; Arfaxad, hijo de Sem.
Sem era hijo de Noé; Noé, hijo de Lamec; 37 Lamec, hijo de Matusalén; Matusalén, hijo de Henoc; Henoc, hijo de Jaret; Jaret, hijo de Malaleel; Malaleel, hijo de Cainán; 38 Cainán, hijo de Enós; Enós, hijo de Set; Set, hijo de Adán; Adán, hijo de Dios.
Las tentaciones de Jesús en el desierto
Mt. 4. 1-11 Mc. 1. 12-13
4 1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, 2 donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. 3 El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan". 4 Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura:
El hombre no vive solamente de pan".
5 Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra 6 y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. 7 Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá". 8 Pero Jesús le respondió: "Está escrito:
Adorarás al Señor, tu Dios,
y a él solo rendirás culto".
9 Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, 10 porque está escrito:
Él dará órdenes a sus ángeles
para que ellos te cuiden.
11 Y también:
Ellos te llevarán en sus manos
para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
12 Pero Jesús le respondió: "Está escrito:
No tentarás al Señor, tu Dios".
13 Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.
LA ACTIVIDAD DE JESÚS EN GALILEA
La misión de Jesús se inicia en Galilea, la parte norte de la Palestina. Allí se encuentra la ciudad de Nazaret, en la que él se había criado, y también el lago de Genesaret, donde puso tan de manifiesto el poder de Dios sobre las fuerzas del mal.
Su misión está resumida en un célebre texto del profeta Isaías, que Cristo se aplicó a sí mismo: "El espíritu del Señor está sobre mí. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor" (4. 18-19).
Jesús no está solo. Elige doce Apóstoles, para "enviarlos" a proclamar su Evangelio. Y uno de ellos, Pedro, en nombre de todos, lo reconoce como "el Mesías de Dios" (9. 20). Después de esta profesión de fe, el Señor explica cuál es el verdadero sentido de su mesianidad, anunciando su próxima Pasión.
El comienzo de la predicación de Jesús
Mt. 4. 12-17 Mc. 1. 14-15
14 Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. 15 Enseñaba en sus sinagogas y todos lo alababan.
Enseñanza de Jesús en Nazaret
Mt. 13. 53-58 Mc. 6. 1-6
16 Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. 17 Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
18 El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado por la unción.
Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres,
a anunciar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
a dar la libertad a los oprimidos
19 y proclamar un año de gracia del Señor.
20 Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. 21 Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". 22 Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?". 23 Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: "Médico, cúrate a ti mismo". Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún". 24 Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.
25 Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. 26 Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. 27 También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio". 28 Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron 29 y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. 30 Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Enseñanza de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún
Mt. 7. 28-29 Mc. 1. 21-22
31 Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. 32 Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
Curación de un endemoniado
Mc. 1. 23-28
33 En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza: 34 "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". 35 Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. 36 El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: "¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!". 37 Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.
Curación de la suegra de Pedro
Mt. 8. 14-15 Mc. 1. 29-31
38 Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. 39 Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos.
Diversas curaciones
Mt. 8. 16 Mc. 1. 32-34
40 Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. 41 De muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.
La misión de Jesús
Mc. 1. 35-39
42 Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. 43 Pero él les dijo: "También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado". 44 Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.
La pesca milagrosa
Mt. 4. 18-22 Mc. 1. 16-20
5 1 En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. 2 Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. 3 Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes". 5 Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes". 6 Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. 7 Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
8 Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador". 9 El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; 10 y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". 11 Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Curación de un leproso
Mt. 8. 2-4 Mc. 1. 40-44
12 Mientras Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró ante él y le rogó: "Señor, si quieres, puedes purificarme". 13 Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado". Y al instante la lepra desapareció. 14 Él le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: "Ve a presentarte al sacerdote, y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio".
15 Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. 16 Pero él se retiraba a lugares desiertos para orar.
Curación de un paralítico
Mt. 9. 1-8 Mc. 2. 1-12
17 Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar. 18 Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús. 19 Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, separando las tejas, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús. 20 Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo: "Hombre, tus pecados te son perdonados".
21 Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: "¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?". 22 Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "¿Qué es lo que están pensando? 23 ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados están perdonados", o "Levántate y camina"? 24 Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados –dijo al paralítico– yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa". 25 Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios. 26 Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: "Hoy hemos visto cosas maravillosas".
El llamado de Leví
Mt. 9. 9 Mc. 2. 13-14
27 Después Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". 28 Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
La actitud de Jesús hacia los pecadores
Mt. 9. 10-13 Mc. 2. 15-17
29 Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. 30 Los fariseos y sus escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: "¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?". 31 Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. 32 Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".
Discusión sobre el ayuno
Mt. 9. 14-17 Mc. 2. 18-22
33 Luego le dijeron: "Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben". 34 Jesús les contestó: "¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? 35 Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar".
36 Les hizo además esta comparación: "Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo. 37 Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. 38 ¡A vino nuevo, odres nuevos! 39 Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor".
Discusión sobre el sábado
Mt. 12. 1-8 Mc. 2. 23-28
6 1 Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. 2 Algunos fariseos les dijeron: "¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?". 3 Jesús les respondió: "¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, 4 cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?". 5 Después les dijo: "El Hijo del hombre es dueño del sábado".
Curación de un hombre en sábado
Mt. 12. 9-14 Mc. 3. 1-6
6 Otro sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. 7 Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. 8 Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: "Levántate y quédate de pie delante de todos". Él se levantó y permaneció de pie. 9 Luego les dijo: "Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". 10 Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: "Extiende tu mano". Él la extendió y su mano quedó curada. 11 Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.
Institución de los Doce
Mt. 10. 1-4 Mc. 3. 13-19
12 En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. 13 Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: 14 Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, 15 Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, 16 Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
La multitud sigue a Jesús
Mt. 4. 24-25 Mc. 3. 7-11
17 Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, 18 para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; 19 y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Las Bienaventuranzas
Mt. 5. 1-12
20 Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
"¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
21 ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
22 ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban su nombre, considerándolo infame, a causa del Hijo del hombre!
23 ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
La falsa felicidad
24 Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
25 ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
26 ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!
El amor a los enemigos
Mt. 5. 38-48; 7. 12
27 Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. 28 Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. 29 Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. 30 Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. 31 Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. 32 Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. 33 Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. 34 Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. 35 Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.
La misericordia y la benevolencia para juzgar
Mt. 7. 1-5; 15. 14; 10. 24-25 Mc. 4. 24
36 Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. 37 No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. 38 Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".
39 Les hizo también esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? 40 El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. 41 ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? 42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo", tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
La raíz de las buenas y de las malas obras
Mt. 7. 16-18; 12. 33-35
43 No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: 44 cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. 45 El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Necesidad de practicar la Palabra de Dios
Mt. 7. 21, 24-27
46 ¿Por qué ustedes me llaman: "Señor, Señor", y no hacen lo que les digo? 47 Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. 48 Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida. 49 En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande".
Curación del sirviente de un centurión
Mt. 8. 5-10, 13 Jn. 4. 46-53
7 1 Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún. 2 Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. 3 Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. 4 Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "El merece que le hagas este favor, 5 porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga". 6 Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; 7 por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. 8 Porque yo –que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes– cuando digo a uno: "Ve", él va; y a otro: "Ven", él viene; y cuando digo a mi sirviente: "¡Tienes que hacer esto!", él lo hace". 9 Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe". 10 Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
Resurrección del hijo de una viuda
11 En seguida, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. 12 Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. 13 Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: "No llores". 14 Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: "Joven, yo te lo ordeno, levántate". 15 El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. 16 Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo". 17 El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.
Los signos mesiánicos
Mt. 11. 2-6
18 Juan fue informado de todo esto por sus discípulos y, llamando a dos de ellos, 19 los envió a decir al Señor: "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?". 20 Cuando se presentaron ante él, le dijeron: "Juan el Bautista nos envía a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?"". 21 En esa ocasión, Jesús curó a mucha gente de sus enfermedades, de sus dolencias y de los malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos. 22 Entonces respondió a los enviados: "Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres. 23 ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!".
Testimonio de Jesús sobre Juan el Bautista
Mt. 11. 7-15; 21. 31b-32
24 Cuando los enviados de Juan partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 25 ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes. 26 ¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. 27 Él es aquel de quien está escrito:
Yo envío a mi mensajero delante de ti
para prepararte el camino.
28 Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él. 29 Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan. 30 Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el designio de Dios para con ellos.
Reproche de Jesús a sus compatriotas
Mt. 11. 16-19
31 ¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? 32 Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos:
"¡Les tocamos la flauta,
y ustedes no bailaron!
¡Entonamos cantos fúnebres,
y no lloraron!".
33 Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: "¡Ha perdido la cabeza!". 34 Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!". 35 Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos".
La pecadora perdonada
36 Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. 37 Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. 38 Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!". 40 Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro", respondió él. 41 "Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. 42 Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?". 43 Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien".
44 Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. 45 Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. 46 Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. 47 Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor". 48 Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados". 49 Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?". 50 Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".